Esta nueva dinámica, impuesta inicialmente por la normativa vigente, está despertando una conciencia colectiva sobre la necesidad de una gestión responsable de los propelentes.
Con el fin de orientar a sus clientes hacia sistemas de bajo impacto medioambiental, Aerolub, especialista francés en envasado de aerosoles a demanda, está adaptando su estrategia para responder tanto a las limitaciones técnicas y reglamentarias como a las exigencias de sus usuarios.
Aerolub ofrece desde hace más de 40 años soluciones globales para el envasado de aerosoles, una experiencia atesorada durante sus trabajos en mantenimiento industrial, automoción e industria pesada, así como en los sectores de la higiene y comunidades y, más recientemente, también en cosmética y alimentación. Con una facturación de 14,5 millones de euros y 5,5 millones de aerosoles producidos en 2020, esta empresa familiar evoluciona constantemente para adaptarse a un mercado en rápido desarrollo.
Durante muchos años la inflamabilidad fue su caballo de batalla, pero con la introducción de nuevas normas como la F-Gas o la CLP, la empresa ha adaptado su oferta y ahora distribuye gases inflamables (butano, propano, DME) y no inflamables (HFO 1234ze; CO2; N2O; N2), así como aerosoles de bolsillo o sistemas de bombeo.
Aerolub fue pionera en la introducción de la molécula HFO 1234ze en el mercado para sustituir al HFC 134a, ampliamente utilizado en aerosoles: «Al principio, cambiar el HFC 134a por el HFO 1234ze fue muy difícil porque había una enorme diferencia de precio. Nos llevó mucho tiempo, pero lo conseguimos. Hoy traemos tantas toneladas de 1234ze al mes como hace diez años de 134a. Al final el precio se convirtió en una oportunidad, porque nosotros creímos en el producto, apostamos por esta nueva sustancia, y nos adelantamos en su comercialización», declara con orgullo François Fery, director general de Aerolub.
Sin embargo, el envasado de HFO 1234ze solo alcanza a una parte de su clientela. Con vistas a mantener su competitividad en precio para determinados sectores, Aerolub se anticipó hace doce años e invirtió en una nueva herramienta de producción para envasar gases inflamables en Chaumont en Vexin. Esta acción ya está dando sus frutos y permite al envasador posicionarse en mercados como el de los insecticidas, donde las restricciones de seguridad se adaptan y el precio es un criterio favorecido por el cliente.
La tecnología del aire comprimido puede utilizarse como sustituto del gas para reducir la huella de carbono, pero sigue estando muy limitada en cuanto a aplicaciones. «Hoy en día los aerosoles de bolsillo se desarrollan sobre todo en el ámbito de la cosmética, por ejemplo para brumas refrescantes o aceites para la piel, pero no siempre son adecuados. Para la mayoría de las marcas se requieren ingredientes activos no humectantes que no son compatibles con esta tecnología», explica el entrevistado.
Aerolub también está desarrollando una gama verde, biodegradable entre el 70 y el 100 %. Estos productos no contienen COV (compuestos orgánicos volátiles), o contienen muy pocos, y no son ni irritantes ni peligrosos para el medioambiente. Técnicamente son difíciles de manejar porque se evaporan más lentamente, tienen más olores y tardan más en ser eficaces, por lo que suponen un volumen muy marginal de ventas. Pero se espera que los avances tecnológicos logren crear una verdadera sinergia entre los compromisos medioambientales y las necesidades de los clientes.
Los trabajos de I+D van en esta dirección, pero el cambio de los hábitos de consumo en materia de aerosoles suele ir muy ligado a la normativa vigente.
«Muchos clientes, principalmente los profesionales, aún no están dispuestos a pagar más por un producto igual de eficaz que lleve propelentes no inflamables y una formulación más sostenible. Pero poco a poco va calando en el sector privado», concluye el director de Aerolub.
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